miércoles, 25 de junio de 2014

Pallars Sobirá: el paraíso del deporte de aventura está cerca

El Pallars Sobirá, bonita comarca pirenaica catalana, encierra en su pequeña extensión plagada de montes, valles y pueblecitos medievales uno de los paraísos del deporte de aventura en España. Especialmente en lo que se refiere a las actividades acuáticas, campo en el que se ha convertido en un referente nacional gracias a la fuerza de la Noguera Pallaresa, el río que entre un paisaje increíble atraviesa Lleida desde el Valle de Arán hasta la llanura.
La oferta de ocio deportivo que ofrece el lugar es inmensa: rafting, hidrospeed, piragüismo, kayak… El río se navega de todas las formas posibles, aunque de eso se han dado cuenta ya las decenas de empresas y los miles de aventureros que cada fin de semana, especialmente en los meses de estío, visitan la zona con el fin de descargar adrenalina. Por eso, será aconsejable reservar tanto la casa rural (si se quiere dormir allí) como las actividades deportivas que se quieran realizar con tiempo.
Y como no sólo de agua vive el aventurero, en el Pallars Sobirá tiene a su alcance otras muchas -y atractivas- opciones: escalada por alguna de las numerosas paredes verticales de la zona, descenso de cañones, senderismo, bici de montaña… Eso en cuanto al deporte, ya que tanto los pueblos y aldeas de la región como los bonitos paisajes que nos rodean ofrecen más incentivos para una visita.

jueves, 22 de mayo de 2014

La sorprendente gastronomía de la isla de Madeira

Podría hablar y no parar sobre la maravilla natural de la que presume la portuguesa isla de Madeira, con su increíble paisaje volcánico, sus acantilados de vértigo, sus miles de árboles y plantas, sus cataratas de ensueño o su frondosidad tropical. Sin embargo he preferido hacerlo de otro aspecto mucho menos conocido de esta joya del océano Atlántico pero cuyo nivel se encuentra casi a la par del de sus vistas de ensueño: la increíble gastronomía madeirense.
La comida sorprende allí al viajero prácticamente tanto como el paisaje: una cocina exquisita, variadísima, sana… y económica, a menos que se pague el pato de acudir a algún restaurante del casco histórico de la capital, Funchal. Carnes y pescados exquisitos, dulces vinos, sabrosos –aunque densos- postres y, por encima de todo, una fruta deliciosa.
Más allá de la opción de elegir bien un restaurante en el que degustar la fantástica cocina de Madeira recomiendo acudir al Mercado dos Lavradores, tradicional espacio de la capital de la isla en el que comprar un fantásticopescado –bacalao, pez espada, calamar- o cualquiera de las miles de frutas de colores intensos que abarrotan los mostradores de los puestos. Da igual que sea más exótica (guayaba, papaya, mango, maracuyá) o menos (melocotón, naranja, mandarina, ciruela, plátano), que sea dulce o ácida: su gusto siempre resulta intenso, puro, sabrosísimo.
En cuanto a la carne no se puede renunciar a la posibilidad de degustar uno de los platos típicos de Portugal en general y de Madeira en particular: laespetada. Especialmente la de carne de ternera, jugoso plato de un sabor exquisito que gana aún más ensartada en un palo de sauce. Probar el pollo asado también es una buena opción para los carnívoros.
También es muy tradicional en la isla, como acompañante o para picar entre horas, el curiosamente apodado “bolo do caco”, cuyo misterioso e indescifrable nombre oculta la realidad: sólo es pan tostado con mantequilla. Y para acabar la comida de la mejor manera posible lo mejor es probar, con moderación o sin ella, el famoso vino dulce de Madeira.

jueves, 1 de mayo de 2014

Peñalara: la joya de la increíble sierra de Madrid

Madrid no es sólo la viva capital de cerca de cinco millones de habitantes que ocupa el centro de la Península. Madrid, la Comunidad, posee muchísimo más que eso: palacios de un gigantesco valor histórico y artístico como los de Aranjuez o El Escorial, villas de un fuerte sabor castellano como Chinchón, ciudades Patrimonio de la Humanidad como Alcalá de Henares… y la Sierra, pulmón y lugar de descanso y relax para los ciudadanos de una urbe que acusa el tráfico y añora el mar.
La Sierra de Madrid es un fantástico y amplio espacio natural de una increíble variedad, que comprende lugares tan dispares como La Pedriza y su sorprendente paisaje semidesértico atestado de gigantescas rocas de mil formas o la verde zona de Cercedilla, plagada de elevados pinos y riachuelos de agua cristalina. O como Navacerrada, uno de los espacios referentes en nuestro país para los aficionados al deporte de montaña.
Pero quizás el lugar más bonito de toda la Sierra se encuentre en los alrededores de la estación de Cotos, de donde parten espectaculares rutas de senderismo. Una de ellas es la que nos lleva a la Laguna de Peñalara, un suave recorrido de cerca de cinco kilómetros con un premio final muy superior al esfuerzo que conlleva llegar allí.
El principio del camino el único tramo con algo de exigencia de toda la ruta, una fuerte subida por un sendero de tierra que discurre entre pinos. Luego éste se vuelve suave, los grandes árboles desaparecen y el caminante puede disfrutar del amplísimo, vacío de huella humana y espectacular paisaje que se extiende a su alrededor, entre la montaña que le protege y el valle que le rodea.
Y eso que falta la joya de la corona. Tras un giro a la izquierda, iniciamos un pequeño ascenso atravesando un paisaje de ensueño: las afiladas montañas que coronan un antiguo circo glaciar adornado por lagunas como la más famosa, la de Peñalara. Llegar allí y comer un bocadillo en ese escenario es un placer sencillo al alcance de cualquiera que sepa comprender que Madrid es mucho más que la gran ciudad.

viernes, 18 de abril de 2014

Lanzarote: senderismo entre volcanes

(foto: misvidaenserie.blogspot.com)
Pasear sobre la superficie de la luna… solo que sin escafandra, con una gravedad normal y más de 20 grados de temperatura.  Esa es la increíble sensación que se tiene al realizar senderismo a través de la grandiosa zona volcánica de Lanzarote. Una sensación de irrealidad, de sueño, en medio de un paisaje mágico al alcance de sitios privilegiados, únicos en el mundo,  como es el caso de esta isla canaria.
La pequeña quemada, como la calificó César Manrique, es un escenario perfecto para la realización de rutas de trekking diferentes. Atravesar campos de lava en los que apenas crece algún hierbajo, con la visión de decenas de volcanes de diferentes formas y colores que rodean al caminante –y a menudo con un sol de justicia encima de la cabeza- provoca una sensación diferente, extraña, que merece la pena ser descubierta si se viaja a Lanzarote.
Esta isla nos deja ver otra cara del senderismo, tan habituado a discurrir entre bosques, ríos, valles frondosos y cumbres nevadas. Aquí no. Aquí no hay nada de eso. Sólo una maravillosa desolación.
Los lanzaroteños han estado listos para saber explotar, siempre dando ejemplo de su gran respeto por la naturaleza, este gran potencial turístico. Actualmente hay más de cien rutas de distinto tamaño en la isla -dos de gran recorrido, más de 30 de pequeño recorrido y más de 70 senderos locales- que pueden realizarse independientemente o con la ayuda y las explicaciones de un guía. Desde los Hervideros hasta la Laguna Azul, desde el parque de Timanfaya hasta el palmeral de Haría, toda la ínsula significa un escenario increíble para recorrerla no sólo en coche, sino también a pie…. o en bicicleta. Tan bonito como llano, Lanzarote es un lugar perfecto para disfrutar de su peculiar y abrasada naturaleza a ras de suelo. Una experiencia que no os podéis perder.

lunes, 31 de marzo de 2014

La peculiar sociedad islandesa

El grado de avance social que se vive y se disfruta en Islandia ha convertido al país en un ejemplo en muchísimos ámbitos para el resto del planeta, que mira a esta pequeña nación nórdica con una mezcla entre sorpresa y envidia. Lo demuestran numerosos detalles de los que solo citaré unos cuantos: la cantidad de delitos es ínfima, la policía municipal no cuenta con armas de fuego, la nación no posee ejército propio, la gente deja sin problemas sus pertenencias al alcance de cualquiera, el teléfono del presidente (que reside en una casa de Reykjavik y no tiene escolta) se encuentra en la guía de teléfonos como el de cualquier otro ciudadano, la afición de los islandeses a la lectura es inmensa (e incluso uno de cada diez escribe un libro), el paro muy bajo pese a la crisis y los derechos sociales innumerables.
La fuerza de la democracia es allí tan poderosa y el peso de la masa social tan elevado que la sociedad islandesa consiguió hace unos pocos años la dimisión del gobierno del país en bloque, la encarcelación de los responsables de la crisis, la nacionalización de la banca, la celebración de un referéndum para que el pueblo decidiera acerca de cuestiones económicas trascendentales y la reescritura de la constitución por parte de los ciudadanos. Y todo ello al estilo puramente islandés: de manera pacífica.
Y es que el pacifismo es otra de las claves del buen funcionamiento de la sociedad islandesa. Hace escaso tiempo se ofrecía la noticia de que por primera vez en la historia la policía de este país había acabado con la vida de una persona, en un caso además de defensa propia, y que los agentes tuvieron que requerir de asistencia psicológica por parte de profesionales para superar el trauma. Este dato demuestra hasta qué punto está concienciado este país ejemplar en la búsqueda de la paz. Si no hiciera tanto frío darían ganas de desplazarse hasta allí lo antes posible...

jueves, 6 de marzo de 2014

De pintxos por Vitoria

Foto: eltenedor.es
Si eliminamos su condición de ciudad fría –es apodada con sorna Siberia-Gasteitz-, es complicado encontrar en España una ciudad más completa que Vitoria, considerada una de las urbes con una mayor calidad de vida en nuestro país. Es fácil comprenderlo nada más poner un pie en ella y dar un simple paseo.
   Sus virtudes son muchas, más allá de la simpatía y cercanía habitual de sus ciudadanos: cómoda, relativamente pequeña, con un buen nivel de vida, bonitos espacios naturales a sus alrededores, limpia, plagada de áreas verdes, con una importante vida cultural, festiva y de ocio, agradable y animada pero sin dejar de ser tranquila, con un casco histórico muy interesante y una larga historia a sus espaldas.  Pero, siendo todo eso cierto, es muy difícil que no llame la atención al visitante el que es quizás el principal poder de la capital vasca: su exquisita gastronomía.
   Por eso, en toda visita a Vitoria se hace imprescindible una ruta de pintxos. Aunque sobre gustos no hay nada escrito los expertos consideran que en los últimos años la calidad de estos ha llegado a ser incluso superior a la que presentan los de otras urbes como San Sebastián, Bilbao o Pamplona. Y en mi modesta opinión considero (capital navarra aparte, pues no he probado los pinxtos de allí) que es cierto.
   A la extraordinaria calidad y variedad de las materias primas –y de los vinos que pueden servir para acompañarlos- se une una gran imaginación a la hora de prepararlos en las cocinas de las decenas de establecimientos de calidad que hay en torno al casco viejo vitoriano (especialmente en torno a la Plaza de la Virgen Blanca y alrededores). Todos los visitantes quedarán satisfechos, desde el clásico que apuesta por una buena tortilla de patata o una rebanada de jamón ibérico con pimiento –entre los que yo me hallo- hasta el innovador que gusta de catar experimentos gastronómicos más arriesgados pero que logran funcionar, mezclando en un mismo pintxo sabores en teoría antagónicos y diversos pero que acaban combinando a la perfección. 
 

martes, 18 de febrero de 2014

Sidi Bou Said y Chefchaouen: dos hermanos separados


Ambos viven en el Norte de África, pero en países diferentes. Uno en Túnez, otro en Marruecos. Uno tiene a sus pies el luminoso Mediterráno;  el otro se enclava, a media altura, en plena cadena del Rif; el aire del mayor es algo más mundano, interior, con sus modestas viviendas de color tierra a las alrededores; el del pequeño es más refinado, anexo a una urbanización de lujo y un coqueto puerto deportivo; ambos presumen de su amplia historia y de su fantástico estado de conservación.

1456 kilómetros y casi un día entero de viaje en coche les separan, pero su sangre azul y blanca les hermana, haciéndolos tan semejantes a los ojos del ajeno como, en cierta manera, las naciones a las que pertenecen. Rivalizan, sin saberlo, en belleza y en atractivo, más aún cuando sus poderes son similares: la fuerza radiante de sus colores, tan intensos que llegan a hacer daño a la vista en un día soleado; sus labradas puertas de color azul; la calma que se respira al pasear por sus cuidadísimos y pequeños cascos históricos; sus escaleras empinadas e irregulares, sus callejones, sus cuestas; la calma relativa de sus inevitables zocos. Son un oasis de paz y tranquilidad en sus respectivos y caóticos países, su nota discordante y, sin embargo, posiblemente la más hermosa.

Son Sidi Bou Said, en Túnez, y Chefchaouen, en Marruecos.