martes, 18 de febrero de 2014

Sidi Bou Said y Chefchaouen: dos hermanos separados


Ambos viven en el Norte de África, pero en países diferentes. Uno en Túnez, otro en Marruecos. Uno tiene a sus pies el luminoso Mediterráno;  el otro se enclava, a media altura, en plena cadena del Rif; el aire del mayor es algo más mundano, interior, con sus modestas viviendas de color tierra a las alrededores; el del pequeño es más refinado, anexo a una urbanización de lujo y un coqueto puerto deportivo; ambos presumen de su amplia historia y de su fantástico estado de conservación.

1456 kilómetros y casi un día entero de viaje en coche les separan, pero su sangre azul y blanca les hermana, haciéndolos tan semejantes a los ojos del ajeno como, en cierta manera, las naciones a las que pertenecen. Rivalizan, sin saberlo, en belleza y en atractivo, más aún cuando sus poderes son similares: la fuerza radiante de sus colores, tan intensos que llegan a hacer daño a la vista en un día soleado; sus labradas puertas de color azul; la calma que se respira al pasear por sus cuidadísimos y pequeños cascos históricos; sus escaleras empinadas e irregulares, sus callejones, sus cuestas; la calma relativa de sus inevitables zocos. Son un oasis de paz y tranquilidad en sus respectivos y caóticos países, su nota discordante y, sin embargo, posiblemente la más hermosa.

Son Sidi Bou Said, en Túnez, y Chefchaouen, en Marruecos.

lunes, 10 de febrero de 2014

San Sebastián: la perfección cuesta lo suyo






Subiendo al Monte Igueldo y contemplando desde allí la espectacular playa de la Concha, la ciudad que nace en su misma orilla y los montes que la circundan uno tiene la sensación de que está ´viviendo´ una postal. Es la postal de San Sebastián, una de las ciudades españolas más bonitas tanto por su casco urbano como por su entorno y, sin duda, la más elegante y cuidada de todas ellas. Tanto que parece un municipio que por estética encajaría más en Francia –de la que sólo le separan 20 kilómetros- que de nuestro país.
La perfección existe en San Sebastián, o casi. Sus playas limpias y de arena fina, enclavadas en un paisaje espectacular (especialmente la de La Concha, aunque Zurriola también se encuentra en un lugar agradable); su paseo marítimo amplio, cuidado y plagado de flores.. y de palacetes y hoteles de lujo; la limpieza de sus calles, su bonita catedral neogótica del Buen Pastor; el verde que todo lo rodea; sus alrededores plagados de monte, por los que realizar senderismo y desconectar; su casco histórico, un lugar perfecto para degustar unos ricos pintxos y escapar de tanto orden y tanta calma; el ambiente agradable, de alegría tranquila, que se respira…
Demasiado perfecta. Hay que buscarle algún defecto, más allá del tópico (real, eso sí) del mal tiempo que hace en ocasiones y que puede llegar a arruinarte un fin de semana o unas vacaciones allí (por fortuna, Internet ha minimizado el riesgo). Es el precio que los donostiarras deben pagar por disfrutar de ese espectacular paisaje pintado de verde.
Por desgracia, el mayor lunar que presenta Donosti para el visitante medio es la realidad de que se trata de una ciudad elitista económicamente. Su nivel de vida es elevado, y los precios suben con él. Aparcar resulta caro, la gastronomía y el alojamiento también -especialmente en verano-. La vida es cara en San Sebastián, y no hay demasiadas opciones para los presupuestos ajustados. Es el precio de la (casi) perfección.